domingo, 23 de septiembre de 2018

Tanzania: hacia el Katavi.

Por el oeste tanzano se me pone por medio el Katavi, 50 km de parque nacional que me preocupan. Voy preguntando antes de llegar, la conversación tipo sería:
-¿Se puede atravesar el Katavi en bicicleta?
-Sí, sí se puede.
-¿Hay leones?
-Sí, muchos leones.
-Entonces es peligroso cruzarlo en bici...
-Sí, muy peligroso, no se puede cruzar el Katavi en bici.
Busco información en la red y encuentro quien lo ha pasado en bici, pero veo las fotos de huellas de leones junto a la pista. Creo que es un riesgo innecesario y aunque hubiese sido un buen titular para mi curriculum, “Devorado por los leones en Tanzania”, subo la bici a una camioneta. No veo ningún león, pero yendo en bici el problema sería que ellos me vieran a mí. Y eso sin contar que está infectado de moscas tse-tse.
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El chelín tanzano.
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Kasumulu, el pueblo fronterizo con Malaui. Las formalidades fronterizas van rápido: rellenas un pequeño formulario, pagas 50 dólares estadounidenses y te sellan el pasaporte para 90 días.
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Cuando ves los campos de té es que ya vuelas alto.
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Montañoso suroeste.
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Un camaleón.
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Tres días montañosos son los que tardo hasta Tunduma.
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Una bici de cuatro plazas.
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El catequista católico de Kalambazite me invita a una pepsi.
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Con unos pocos palos se puede construir una bici.
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Misa en Sumbawanga.
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El río Katuma es la frontera norte del P.N. Katavi.
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A ver quien ve al animal oculto.
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