El bibliotecario de Larache habla español, lo aprendió de sus padres que lo aprendieron cuando el protectorado. Al ver que saco fotografías de la biblioteca comienza a enseñarme libros en castellano. Los hay de fechas tan lejanas como 1914. De literatura, una guía turística de Marruecos de 1947, geografía e historia, libros propagandísticos de los primeros años del franquismo... También viejos libros en francés y por supuesto árabe.
Es muy amable, sin segundas intenciones. No me pide cuentas por aquellos años del protectorado, al contrario, se queja del poco mantenimiento del legado arquitectónico español y de que algunos edificios históricos son demolidos para levantar bloques modernos.
Yo ni orgulloso ni avergonzado. Ni creo deba pedir perdón por lo que pudieran haber hecho mis antepasados, ni exijo me lo pidan a mí por lo que les hicieron otros. Simplemente hay que aceptar que la historia no siempre fue como nos hubiese gustado.
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Antes de despedirnos el bibliotecario me acompaña a una pequeña plaza cercana. Tienen bancos decorados con escenas del Quijote en porcelana. Se lamenta del mal estado en que se conservan.
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