En Sibolga voy a extender mi visado a inmigración, a 3 km del centro.
- Si todavía te queda una semana ¿por qué quieres ampliarlo? ¿Tienes patrocinador y una carta de...? Espera 15 minutos, la chica que lo lleva aún no ha llegado.
Y llega la encargada del asunto.
- No tienes espacio.
Me queda sólo media página en el pasaporte pero sé que el sello es pequeño y cabe bien.
- Sí, lo puedes poner en una esquina.
- No, se pone aquí en el centro.
Insisto con estamparlo a un lado y ella con que debe de ser en el centro del hueco. Viene el superior y dice que esto es Indonesia y son sus normas, no voy a venir yo a decirles donde se pone el sello. Con las palabras apropiadas parece que acceden a ponerme el sello, porque me piden de nuevo la carta y preguntan por mi patrocinador.
- ¿Tienes billete de salida?
- Sí, en barco hacia Malasia.
- Eso no vale, uno de regreso a tu país.
- Lo tengo en el correo electrónico.
- Pues paga a un motorista y que te lleve a imprimirlo.
Subo a la bicicleta a buscar dónde. Cerca encuentro cinco ciber, todos sin impresora. Me voy para el centro y logro me lo impriman. Vuelvo a inmigración habiéndome pasado antes por el hotel a por el boleto del barco, por si acaso. Nueva espera en la sala. Me sacan fotos, toman la huellas de los diez dedos, relleno un formulario, pago 355.000 rupias, y hasta dentro de 5 días. El día de la cita estoy allí como un clavo, la extensión de mi visado en el pasaporte, con fecha del día en que fui a solicitarlo. Así funciona, si no quieres esperar sólo tienes que pagar unos cientos de miles de rupias más.
Y para celebrarlo me voy unos días a la isla de Nías.
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En Nías son cristianos, y no sé si será la causa pero encuentro más "espabilados". Un chico parado con su moto me pide ayuda, necesita dinero para arreglarla. Sigo adelante y a unos 200 m se pone en paralelo.
- ¡Vaya, la moto funciona!
- Sí, pero yo te pedí ayuda y no me la diste.
En el restaurante la misma historia.
-Mister, tengo un problema ¿me puedes ayudar? No tengo dinero.
- Es la tercera vez que escucho ese cuento hoy.
- Y les diste dinero.
- No.
Cuando voy a pagar la comida el mismo tipo ya lo ha hecho.
- ¿No decías que no tenías dinero?
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- ¡Vaya, la moto funciona!
- Sí, pero yo te pedí ayuda y no me la diste.
En el restaurante la misma historia.
-Mister, tengo un problema ¿me puedes ayudar? No tengo dinero.
- Es la tercera vez que escucho ese cuento hoy.
- Y les diste dinero.
- No.
Cuando voy a pagar la comida el mismo tipo ya lo ha hecho.
- ¿No decías que no tenías dinero?
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El isleño se molesta al verme fotografiar su casa de madera, entonces le enseño la foto, si quieres la borro, le digo, y enseño otras fotografías. En una de ellas hay un gallo, y olvidado del problema insiste en que fotografíe los suyos.
El perímetro de Nías es un espectáculo de cocoteros. Cuidado al pasear, no te caiga un coco en la cabeza.
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La isla es mundialmente famosa por sus olas gigantes, lo que atrae a surfistas de todo el mundo.
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Pero las grandes olas se alzan en los meses de Junio y Julio, en Agosto ya comienzan a perder fuerza.
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A la entrada de algunos pueblos, o en las sepulturas, se ven esculturas para asustar al enemigo. Cosas de la antigüedad.
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Bawomataluo.
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Aquí, la casa del jefe del pueblo.
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Una vecina de Hiliamaetaniha contenta con el dibujo de su casa.
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La calle principal de Hiliamaetaniha.
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Para llegar a estos pueblos subidos en las colinas, hay que seguir estrechas carreteras con empinadas subidas.
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Tras unos días en el sur comienzo la vuelta a la capital por la cara opuesta.
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Aunque la isla no es grande, la arquitectura cambia de unas zonas a otras.
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Haciendo equilibrios para cruzar algunos puentes.
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Camino de Sirombu, en la costa oeste.
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