República Dominicana: playas.

Al haitiano Ezequiel, que emigró a la República Dominicana hace ya muchos años, no le salen las cuentas conociendo los salarios europeos. Ahora le gustaría marchar para Estados Unidos o España. Allí podría ahorrar unos miles de pesos cada mes para mandarlos a la familia, e incluso podría vacacionar como los gringos en Punta Cana. Trabajando en el pequeño negocio donde desayuno apenas le da para mantener a sus hijos.

No es el único haitiano por Friusa, se les conoce cuando hablan francés entre ellos. Forman una marea humana que cada mañana temprano camina por la avenida de España hacia sus puestos de trabajo.

-Todos son haitianos -me dice un autóctono -todos los morenos (negros).

Portan sus herramientas en mochilas o en las manos: un nivel de albañil, un martillo, una llana, un rodillo de pintor... hacia los hoteles que no dejan de brotar por toda la costa. A última hora de la tarde el río de trabajadores regresa calle arriba para pasar la noche. Es la hora en que los altavoces de cada negocio en Friusa vomitan música a todo volúmen hacia la calle.

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Hay unas vegas, las más hermosas del mundo, y casi semejables a las tierras de Castilla.

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Friusa y los haitianos.

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Si no tienes que vivir aquí (o te has criado en el lugar y lo ves normal) los atardeceres en la avenida de España de Friusa son un espectáculo. Todos los comercios apuntan con sus altavoces hacia la calle poniendo la manecilla del volumen en el 10. Al ensordecedor ruido se le suma el del tráfico, sobre todo de motocicletas circulando sin el menor sentido del peligro en sus impredecibles maniobras. Prácticamente nadie lleva casco y algunos pilotos tientan aún más a la suerte haciendo caballitos.

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Visito dos zonas de playas en el país. Estas son las cercanas a Bávaro y Punta Cana, donde he aterrizado.

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Una iglesia.

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Playa de el Macao.

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Desde Friusa voy en guagua hasta Higüey para ver la basílica de Nuestra Señora de la Altagracia.

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La basílica atrae gente de todo el país y también algunos extranjeros.

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Equipo de béisbol de Altagracia.

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Ya lo dijo Antonio Machín, los negritos buenos también van al Cielo.

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Higüey.

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La segunda zona playera a la que me acerco es la península de Samaná. A Las Terrenas llego en autobús desde Santo Domingo.

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Hay varias playas por los arrededores

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No lejos de las Terrenas se puede visitar el salto el Limón, para lo que hay que caminar varios kilómetros desde el pueblo homónimo.

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El sendero hacia el salto.

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Salto el Limón.

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Si no te gusta caminar puedes alquilar un caballo a estos chavales.

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Pueblo de el Limón.

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Las Terrenas.

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Punta Popy.

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Iglesia católica de las Terrenas.

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La guagua que me lleva a Santa Bárbara de Samaná.

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También se la conoce como simplemente Samaná.

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Frente a la población de Samaná hay dos cayos unidos a tierra firme por puentes peatonales. Al fondo el cayo Vigía.

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Cayo Vigía.

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Santa Bárbara de Samaná.

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Iglesia evangélica. Tienen un letrero que dice:

Hay una educación que es gratuíta. La que usted debe proporcionar a sus hijos. Enséñeles a respetar, a no destrozar, a no mentir, a no robar, a ser responsables, esforzados, solidarios, a tener valores, a no ser violentos y a cuidar el medio ambiente. Es bueno luchar por una educación de calidad, pero la educacion comienza en el hogar. No delegue en los profesores lo que usted debe de hacer.

 

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Es domingo y voy a curiosear en misa. Hay muchos cantos (acompañados con batería), efusivos amenes, felicitaciones a los que cumplen años que dan gracias a dios por vivir uno más, también diferentes personas que micrófono en mano dan pequeñas charlas. Una de estas últimas pide un aplauso para el extranjero que se ha interesado en asistir a misa.

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La entrada a un local de ocio nocturno.

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Los porches de las viviendas suelen estar protegidos por rejas.

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Playa de las Galeras.

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Desde Samaná cruzo en barco hasta Sabana de la Mar.

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Me espera un largo día de guaguas hasta Friusa.

Una vez escuché que lo mejor del viaje es su recuerdo. El que lo dijo no creo que disfrutase realmente del viaje.

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